DANIEL DE LA IGLESIA BONAL

Daniel de la Iglesia Bonal nació en Salamanca en 2005, pero no es el entorno lo que lo define, sino el carácter. Desde muy joven ha sido una figura difícil de encasillar: escritor precoz, analista económico autodidacta, comunicador nato, emprendedor meticuloso. Y, sobre todo, alguien con una visión clara de lo que hay que construir para que las cosas funcionen. Con solo 20 años ha fundado Bletisa Energy, su propia compañía eléctrica, y se encuentra en pleno proceso de lanzamiento de Bletisa Bank, un neobanco basado en infraestructura digital europea. Todo desde Salamanca. Todo desde la acción directa.
Su primer paso público llegó con la escritura. A los 16 años publicó A quien pueda interesar, un libro compuesto por reflexiones personales, crudas y lúcidas sobre el tiempo, la muerte, el deseo, el dolor y la experiencia de ser joven en una España que no parece ofrecer espacio a quien no encaje en el molde. El texto fue íntimo, pero contundente. Tanto que El Norte de Castilla le dedicó una entrevista a doble página con un titular elocuente: “Soy más de fondo que de forma”. Aquellas páginas revelaron a un joven con una capacidad poco común para expresarse con claridad, sin adornos, y con una madurez que desarmaba. Hablaba sin miedo sobre la desafección generacional, la distancia con lo políticamente correcto y la necesidad urgente de construir algo serio, aunque eso implicara alejarse del ruido. Su voz resonó entre escritores, profesores y empresarios, no solo por lo que decía, sino por cómo lo decía.
Ese mismo año comenzó a colaborar con medios locales, grabar entrevistas a músicos emergentes y recorrer España con un micrófono y un cuaderno en busca de “la verdad, el talento y lo que no se ve desde el sofá”. Pero lo literario y cultural fue solo el comienzo. Su mirada estaba puesta mucho más lejos.
En 2025, con apenas 20 años, Daniel es ya fundador y CEO de Bletisa Energy, una empresa eléctrica real, operativa y en expansión. No se trata de una idea abstracta, sino de una compañía con una tesis firme: España necesita independencia energética, precios estables, márgenes sostenibles y modelos que rompan con el oligopolio encubierto que ha condicionado el sector durante décadas. Bletisa Energy se desmarca de los viejos lobbies y apuesta por una estructura ágil, tecnología optimizada y un diseño jurídico eficiente. Comercializa energía con un enfoque vertical que reduce intermediarios, elimina costes superfluos y prioriza la transparencia en su relación con el cliente.
Nacida en Salamanca, la empresa no pretende ser “otra eléctrica más”, sino el símbolo de una nueva generación de compañías hispanas: audaces, técnicamente solventes y capaces de competir en sectores tradicionalmente cerrados.
En paralelo, Daniel está estructurando Bletisa Bank, un neobanco digital que operará bajo el modelo Banking-as-a-Service, con infraestructura europea y enfoque en el usuario real. Su planteamiento parte de una convicción rotunda: el sistema financiero tradicional ya no responde ni a los ciudadanos, ni a los empresarios, ni a los jóvenes profesionales. El nuevo paradigma exige rapidez, claridad, automatización, pero también algo más profundo: instituciones con rostro, con filosofía, con voz. Bletisa Bank no busca ser una startup más ni un neobanco vacío de contenido, sino una entidad capaz de reordenar la relación entre el ciudadano, el dinero y el sistema bancario. Con un modelo rentable, operativo y jurídicamente blindado.
Salamanca no es un punto de partida anecdótico en su historia. Es el eje de su visión estratégica. Su plan a medio y largo plazo incluye proyectos empresariales y urbanísticos de alto impacto, con el objetivo de convertir la provincia en un territorio pionero en tecnología, energía, cultura, vivienda, banca e inversión productiva. Su mirada no es localista, pero tampoco busca escapar. Quiere demostrar que desde el oeste peninsular también se puede liderar Europa y conectar con América Latina.
Daniel de la Iglesia Bonal no se adscribe a ninguna corriente ideológica. Sus ideas son liberales sin dogma, técnicas con alma, calculadas pero no frías. Cree en el capital privado, en la autonomía financiera, en la ingeniería empresarial y en la hispanidad como fuerza cultural y económica compartida. Rechaza el ruido, el discurso vacío y los símbolos sin resultados. No busca figurar como joven prodigio ni alimentar una imagen de influencer. Prefiere trabajar en la sombra y dejar que hablen los hechos. Esa ética —rara en tiempos de exposición constante— le ha valido el respeto silencioso de empresarios, juristas y técnicos que reconocen en él algo escaso: una mente que piensa, estructura y ejecuta sin pedir aplausos. Solo impacto.
Y si hay un mensaje que resume su pensamiento, no se encuentra en un eslogan, sino en una frase que repite con convicción:
“Lo importante no es tener ideas. Es saber construirlas sin pedir permiso.
España no necesita más opinadores. Necesita estructuras nuevas,
capital controlado y gente que no pierda el tiempo.
Yo he decidido levantar lo que no se puede.”